Petro condecora a Santa Fe por su excelente actuación del
pasado domingo en la final de la liga Postobón, aún cuando realmente su
superioridad futbolística no reflejó realmente un nivel excelso sino más bien
un esfuerzo obligado a ganar en casa. Pero claro, condecorar a un equipo es una
de las tareas que la incapacidad neuronal de nuestro alcalde puede hacer con facilidad;
imponer medallas y títulos irrelevantes tal vez alivie un poco su poca
asertividad a la hora de resolver los problemas que realmente importan a
nuestra capital.
Deberíamos nosotros, los ciudadanos del común, condecorarlo
por su inoperancia a la hora de resolver las congestiones viales, por trasladar
el trancón de una hora a otra tal y como un niño haría con el desorden de su
alcoba, moverlo de donde se vea ,a un lugar donde sea menos relevante para su
jefa.
Una condecoración por su perseverancia, al continuar su
lucha para resolver los problemas de inundaciones y falta de alcantarillado en
varias localidades de Bogotá. Realmente merece el visto bueno, en la reducción
de población por enfermedades respiratorias pero sobre todo, por las
condiciones insalubres a las que nuestros niños se someten día tras día.
Una medalla al buen comportamiento, por su grandiosa gestión
para que la ciudad cuente con un sistema de transporte tan bueno que la calidad
de vida de todos, puede desperdiciar 15 minutos y hasta 30 de la vida
observando y departiendo con otros colegas iracundos dentro y fuera de
estaciones atestadas de calor humano.
Pero la medalla al mérito y la condecoración más grande
debería ser a la poca capacidad de sentido de responsabilidad social, gerencial
y humano de un hombre que antes que asumir su rol como padre responsable de una
ciudad abandonada, prefirió el protagonismo y el cariño de las cámaras y la
fanfarronería, a hacer de esta ciudad una Bogotá ejemplar y más grande.
Pero descuide señor “Alcalde” que aún queda mucha tela por
cortar y mucho para que usted de, de que hablar.