sábado, 23 de abril de 2011

Un nuevo adulto en el mundo

Qué irónico es el mundo, lleno de trampas y de imprecisiones, de deseos efímeros de adolescentes desequilibrados que viven en el afán de llegar a un lugar de donde los adultos jóvenes quisiéramos no haber llegado. Ver hacia atrás se convierte en el sueño vívido de un adulto, es una añoranza que jamás volverá y sin dudas hay que acostumbrarse a la idea que sólo quedan buenos recuerdos y en contados casos los mejores recuerdos de la vida.
Acaso quién no recuerda esas tontas palabras de infancia donde deseamos ignorantemente ser adultos, para comernos el mundo y tener todo entre nuestras manos, no tener jefes "papás" que nos dijeran que hacer, salir, gritar, en fin tantas cosas que se quieren y tan pocas al mismo tiempo, o quien no fue adolescente incomprendido, quien no creía sabérselas todas y sentir al mundo entero en su contra; los jefes eran los primeros en estar equivocados, los más jodones pero sobre todo nuestros principales enemigos. Los amigos, los perfectos cómplices de cada marranada y locura que se ocurría en la pequeña cabeza llena de hormonas alborotadas.

El colegio y la universidad, un verdadero paraíso donde la ley la hacíamos nosotros mismos y donde no había más razones que las propias, fracturas, peleas, borracheras, tiempo perdido, romances, corazones rotos, juramentos perdidos contra el amor y hasta batallas con nuestro otro yo y con el mismo "Dios", si es que realmente existe, todo esto hizo parte alguna vez de nuestros mundos y de nuestra equivocada libertad, pero de pronto el mundo real se estrella en contra del gran panorámico de la vida y sí, mil bichos inmundos, fragmentos de otras vidas, rutas en mal estado, huecos, pinchadas y hasta policías de tránsito fastidiosos se estrellan con nosotros y nos hacen entender que lo que vivimos antes, no es más que un preparatorio para lo que venía.

El matrimonio, el alejamiento del mejor Hotel del mundo, las responsabilidades el trabajo, los compromisos y el dinero, el maldito dinero, deja de ser un simple puñado de ceros para gastar en tus manos a una gran responsabilidad que tiene que hacer parte fundamental de tus planes a futuro. Sí, no es necesario, pero es una gran ayuda para poder llegar a cumplir ciertas metas. Ahora recuerdo esa hermosa frase de abuela, “del amor nadie vive” y sí, la jefa tenía razón, del amor se vive en la infancia y en la adolescencia pero jamás, jamás en la adultez.

Ahora entiendo de donde le salieron a mis viejos tantas canas y tantas arrugas, crecer sin lugar a dudas apesta, apesta tanto que al llegar a la temprana adultez el único deseo más grande que conseguir tu patrimonio, es volver a los dulces años de la infancia, sin preocupaciones, sin responsabilidades sin nada más que hacer que divertirse. Ahora no puedo más que recordar ese último día de universidad, el último día que mis amigos y yo sentimos tan lejos algún día y que luego de 5 años nos parecía casi estúpido estar en ese ahora, sentados mirándonos todos mientras Laurita decía “ ¿se dieron cuenta que ya somos adultos?”