Nadie pidió venir a este mundo, y
no, nadie pidió tampoco ser esto o aquello… somos la suerte de una balota del
destino donde unos ganan, otros pierden, otros aprovechan y otros simplemente
sobreviven. Nadie pidió tampoco creer y mucho menos sentir, solo fue un soplo
que se nos impuso, sea como caridad o sea como alivio; fue una imposición casi
burlesca, casi cruel como recompensa por existir en una dimensión como la
nuestra.
Tragedias cada día, crímenes,
caos, injusticias y claro como olvidarlo, promesas, sueños y esperanzas
también, de eso mismo estamos hechos todos de eso y nada más.
Hoy todos lloran por las almas que
yacen en Orlando y así mismo deberíamos también por los que caen en Medio
Oriente, en Oriente, en el Sur, en el Norte, por quienes son perseguidos, por
quienes son burlados, por quienes son discriminados de una forma u otra, por
color, por religión, por preferencia, por tener, por no poseer, en fin
deberíamos llorar por todos aquellos que de una forma u otra aman y son
juzgados por ello y diezmados por su convicción. Ser único no es un delito ni
una enfermedad es un don que todos y cada uno adquirió en el primer soplo de
vida, es un don que no debe ser señalado ni por dios ni por hombre ya que en sí
mismos todos somos diferentes.
Quienes son aquellos que levantan
sus manos para juzgar, quien, cómo y cuándo se les fue otorgado el divino
privilegio de arrebatar lo que por gracia se nos dio sin ser pedido, quién con
las agallas de predicar en título de algo tan perfecto sentencia tan cruel y despiadada…
claro, unas escrituras hechas por la imperfección, en nombre de aquel que nada
juzga, que nada castiga, que nada reprocha.
Qué ser tan injusto puede ser aquel que no entiende el amor y más que de
amor parece predicar el odio, que ser tan injusto aquel que quiere causar dolor
y confusión…
Hoy lloro por todos, por que nos
dejamos perder en el señalamiento, en el odio,
en la hipocresía, en la indiferencia de ser por nosotros de una forma
egocéntrica vacía de amor propio, llena de una adulación a lo superfluo. Hoy
lloro por esa humanidad que un día debió ser y se perdió en el afán del poder.
Hoy lloro por el hombre que dejó su corazón por la simple satisfacción de
romper el de otro, por una justicia mal entendida, por una palabra mal
interpretada, por un reino acomodado, por una fe equivocada. Hoy lloro por toda
la humanidad.