Ágoralecto
Dejemos que la opinión del mundo no nos nuble la empatía. Veamos, opinemos y cambiemos el mundo desde nosotros mismos.
miércoles, 30 de marzo de 2022
Escándalo de los Oscars: ahora la aureola la llevan todos
martes, 20 de abril de 2021
A Uribe lo que es de Uribe y a los demás que nos coma el tigre
11 años hace ya que la casa presidencial no escucha el tan animado lema de “trabar, trabajar y trabajar” y desde entonces han sido muchas las cosas las que sin lugar a dudas esos pasillos han tenido que escuchar… pero aunque la presencia no se ve, los hilos siguen moviéndose y así mismo parece conducirse un país, bajo la doctrina enceguecida, totalitaria y empedernida que parece simplemente estancar más y más a la subyugada “Polombia”.
Son muchos los golpes que hemos soportado, y no solo uno sino desde todos los gremios, estratos e ideologías; reformas a la salud, reformas laborales, guerras, actos inconstitucionales justificados como necesarios, mentiras, robos y hasta imposiciones que, como si tuviéramos las manos atadas hemos aceptado como borregos al matadero. Pero la pregunta es ¿cuánto más?, cuánto más vamos a seguir fingiendo que este país no nos duele, que cada cobro irracional no nos afecta, que las políticas estatales no son las que como país necesitamos… ¿hasta cuándo?
Es momento de hablar de quiénes representamos la mayoría, de quiénes constitucionalmente tienen el poder y de cómo esos pocos que existen en puestos de poder, han llegado allí por elección popular y no individual, aunque en momentos así sea.
Se avecina una reforma tributaria, que antes que ser un “aporte solidario” es un atropello para la economía individual de cada hogar en Colombia, y con esto ya no nos referimos a los hogares tradicionales, de los que salimos todos y cada uno de nosotros NO, hablo de las guaridas de todos los “millenials” que estamos intentando hacer algo por nuestras vidas con salarios miserables, costos de vida elevados y legislaciones que cada día nos alejan más de poder alcanzar un estilo de vida medianamente estable y propio.
Fue suficiente de escuchar a estos payasos de cuello blanco, decir que los salarios en Colombia son más que suficientes para vivir… y sobre todo de escuchar declaraciones tan insensatas como la del Ministro de hacienda, en donde sostiene que “no existen estudios suficientes para comprobar cuánto gastan los hogares colombianos”… pero claro, es que ¿cómo se nos ocurre a nosotros, que para alguien que gana más de $40 millones de pesos mensuales, sea medianamente entendible lo que es vivir en el mundo real? Echémosle una manito a este razonable caballero de aclararle un poco el panorama que para él es tan difícil de comprobar.
Un hogar promedio, conformado por dos y sin hijos tiene gastos en promedio distribuídos así:
Arriendo: $1,200.000 (para no decir que algunos pagan algo más o algo menos pero estamos hablando del promedio.
Servicios: $380.000 (teniendo clarísimo que se convirtió en la actualidad una necesidad de primera mano, tener conexión de internet en la casa, por aquello del teletrabajo)
Mercado: $500.000 (cocinando todo el tiempo en casa, sin derecho a comer por fuera)
Transportes: $144.000 (sin contar que por alguna razón deba tomar carro para no sufrir la aglomeración del sistema de transporte de la ciudad)
Lo que nos da un total de $2,224.000 mensuales.
Y claro, esto rogando que ojalá el ingreso salarial alcance al menos los $2,400.000 que quieren incluir en la declaración de renta y por supuesto sin contar el tan clamado 19% de IVA que ahora tendríamos que pagar de más, que en realidad al analizar tendríamos que sumar a todos y cada uno de los ítems numerados con anterioridad, es decir $422.560 más, lo cuál terminaría por ser en realidad un gasto básico mensual de $2´646.560.
Así pues, tener hijos, mascotas, o tan siquiera un pequeño gusto de diversión, ropa, viajes o cualquier otro tipo de gasto extra, sería más que imposible para un hogar en donde el ingreso alcance a penas para suplir las necesidades básicas… ESTAMOS TRABAJANDO PARA SOBREVIVIR.
No se ustedes, pero es momento de hacerse sentir, de detener este exagerado abuso y este robo excesivo, porque ni tenemos las condiciones salariales suficientes, ni el poder adquisitivo suficiente para seguir sosteniendo este robo tan descarado. Que cada quién tenga lo suyo… y sinceramente le estamos dejando que los que no deben sientan como suyo un país que nos pertenece a TODOS.
miércoles, 26 de agosto de 2020
ENTRE LÁGRIMAS TEJIMOS LA HISTORIA DE NUESTRA GENERACIÓN
Hoy somos muchos los que miramos desde la barrera cómo en nuestro país, la historia se repite una vez más entre la angustia, la desesperación y la desolación de no encontrar un remedio definitivo para esta enfermedad que nos corroe cada vez más.
Soy de esa generación que ha visto pasar este tan amado terruño por la oscuridad obligada de la hora Gaviria, hasta la oscuridad impuesta por la corrupción, la impunidad y la deslegitimación de la justicia que día a día, parece estar más ciega y sumida en otros intereses que no la dejan actuar.
Han sido décadas las que hemos tenido que ver cómo, la política en nuestro país en vez de volcarse por la construcción de un futuro mejor, robustece un sistema putrefácto que hede cada vez más y que ahoga su sistema judicial en triquiñuelas leguleyas, dilataciones fraudulentas, y leyes tramposas que en vez de proteger, venden la posibilidad del progreso moneda a moneda.
Crecimos esperanzados que en el techo de una casa en Medellín, había quedado el cáncer que estaba consumiendo todo lo que nos estaba haciendo quedar atrás del mundo, de los sueños, del futuro… pero lo que no sabíamos era que día a día estábamos dejando crecer a un monstruo que manejaba todo desde las sombras, lejos de la mira de un fusil y muy cerca del púlpito de las investiduras de la “honorabilidad”.
Y fue así como, infortunadamente volvimos a ver nuestro país, manchado de sangre, sudor y lágrimas de un pueblo que clama vida… de una bandera que pide a gritos libertad, orden y justicia para todos, mientras nuestra generación, decide decir adiós y poner tierra entre este dolor de patria y ese hilo de esperanza que prefiere mirar desde la distancia como nada cambia… y cómo cada vez más se desdibuja entre el mar y la tierra, porque al parecer, no queda más remedio que decir adiós y pedir, quién sabe a quién, que no sea ni uno más el que caiga tras luchar por un mundo mejor… por el sueño de una patria mejor y menos opacada por el polvo del olvido.
#NiUnoMenos