lunes, 11 de julio de 2016

El día que la humanidad perdió el rumbo por mal entender la fe

¿Cuando una creencia, sustentada en un libro sagrado a justificado tantas atrocidades juntas? ¿Cuándo la humanidad creyó correcto torturar, masacrar y exterminar la felicidad de la pupila de los ojos de tantas almas buenas predicando una palabra mal entendida? ¿Cuándo todos permitimos que las instituciones fueran más que la espiritualidad? ¿Cuándo un libro sagrado terminó siendo el listado del exterminio mundial?

Esto no se trata de unos o de otros, o de cuanto cree usted o de cuanto cree el otro, o de en quién, o en qué o cómo, esto se trata de encontrar la respuesta que todos hemos estado buscando desde el inicio y de revelar ante nuestros ojos una realidad que aunque cueste para algunos creer, debemos emprender el camino de la sensatez para acabar con la barbarie; todos creemos en lo mismo, la fe de todos es tan grande como la imaginación alcance, hay algo afuera más allá de lo que podemos entender que lo ve todo, lo sabe todo y lo crea todo; sin importar como lo llame yo, como lo llame usted o como lo hayan llamado antes.

No podemos continuar permitiendo que el fanatismo de algunos arruine el fin último de la humanidad, que es amarnos, respetarnos y apoyarnos los unos a los otros sin ver barreras raciales, políticas o religiosas. ¡No más! Es momento de parar este fatídico show siniestro que está acabando con todos, que está matando uno a uno la fe en esta humanidad agobiada por el miedo, por el dolor por la guerra por la justificación de algunos, por la indiferencia de otros.

El mundo tiene que dejar de quedarse atónito y actuar, la vida de muchos se está esfumando por unas escrituras mal entendidas, por una cultura señalada por la ignorancia. No, no todos los islámicos son terroristas, no todo el que cree en el islam es un enemigo del mundo de hecho, ningún hombre bajo este sol que crea en el islam es asesino de ilusiones. Aquel que cree en el islam cree en la paz, en la reconciliación en la unidad y en el respeto; a las cosas hay que llamarlas por su nombre y la barbarie de estos cuantos terroristas, criminales de la felicidad que son solo los menos, no pueden seguir apabullando a los más.

El cambio lo hacemos todos, en el momento en que dejamos de reducir nuestra hermandad a un disfraz externo que nos distrae de lo que realmente importa, el interior. La mejor forma de combatir esta guerra es haciendo lo que mejor podemos hacer, no olvidar que cada uno de nosotros tiene un pedazo de sí mismo en los demás, porque todos somos uno, porque a todos nos une la misma fe, con diferente disfraz… pero la misma.


En este momento el mundo se debate en una convulsión global donde la pachamama solo está tratando de sobrevivir para encontrar el amor que un día en medio de la creación se perdió, el amor por la paz de la humanidad.

Dedicado a mi amigo... a mi compañero de largas conversaciones... a ese hombrecito Árabe que me hizo conocer otra parte del mundo... Fahad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario